Con la solemnidad que marca la tradición y el paso sereno, la imagen del Santísimo Cristo de Burgos ha recorrido esta tarde las calles del centro de la ciudad. Bajo el silencio respetuoso del público y el compás de los tambores, más de treinta costaleros han llevado sobre sus hombros la venerada talla, en una de las procesiones más emotivas de la Semana Santa burgalesa.

La procesión del Santo Cristo de las Gotas tiene raíces profundas en la historia de la ciudad. Se remonta a 1592, cuando la antigua Cofradía Noble de la Sangre de Cristo sacaba a la calle la reliquia de las gotas milagrosas, recogidas tras el suceso de 1366, cuando una piedra cayó sobre la cabeza del Cristo durante el derrumbe del convento Trinitario, haciendo brotar sangre de la imagen. Aquel sudario con las gotas se guarda desde 1836 en la iglesia de San Gil.

Una vez más, y pese a la amenaza de lluvia que parecía poner en duda la salida,  ha recorrido su ciudad como cada año, envuelto en el recogimiento de quienes lo siguen con devoción y en el eco profundo de su historia.