Cafetín y Raúl: el adiós definitivo a dos bares míticos del centro

Ambos locales cerraron hace un año después de que el edificio fuera declarado en ruinas. Durante estos días, se está procediendo a su demolición. 

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Cafetín y Raúl: el adiós definitivo a dos bares míticos del centro
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Dos clásicos, dos competidores sanos, dos vecinos. Todo eso a la vez eran el Cafetín y el Raúl, dos bares situados en el número 13 de la calle Las Calzadas, en el centro de Burgos, que cerraron hace un año porque el Ayuntamiento de Burgos declaró en ruina el edificio donde estaban situados. Los clientes, fieles y a la vez complementarios, tuvieron que buscarse otro refugio para el café mañanero, el de mediodía y el que acompañaban viendo algún partido de fútbol. 

 

A pesar de que estaban pared con pared, la competencia no era feroz. De hecho, compartían mucha clientela que hacía una especie de ronda de dos bares. Primero al Cafetín y después al Raúl, y viceversa. Lo cierto es que, con el paso de los años, cualquiera que frecuentara Las Calzadas no podía entender el uno sin el otro. 

 

Tan distintos y a la vez tan iguales. El Cafetín lucía un aspecto más vintage, con un aspecto que sabía compaginar a la perfección la imagen de cafetería señorial con el de bar de barrio. Desde hacía tiempo, el dueño decidió no abrir por las mañanas. Su negocio estaba a partir de las tres, con el café de primera hora de la tarde.

 

A eso de las cuatro, Javi, el dueño, cubría las mesas de mármol con un tapete para que la clientela habitual echara la partida. Poco a poco, el local se iba llenando hasta que colgaba el cartel de no hay billetes. Era tradicional que cediera el cetro del mando, cediendo a las señoras que allí tomaban el té de la tarde la posibilidad de ver 'Pasapalabra'. Si el programa estaba entretenido, ni siquiera una semifinal de Champions evitaba que se llegara hasta el final. 

 

El Bar Raúl, sin embargo, abría desde primerísima hora de la mañana. Allí desayunaban muchos de los dueños de los comercios de Las Calzadas y los trabajadores de los supermercados y las panaderías aledañas. A partir de ese momento, no paraba de entrar gente en todo el día. Desde los que hacían la parada para el almuerzo, pasando por el café de la tarde y la partida, hasta los que esperaban con ansia ver un partido de fútbol en las diferentes pantallas. 

 

Sus dueños siempre supieron adaptarse a los tiempos y consiguieron la difícil empresa de juntar clientela veterana con la juventud. Bar fumador por excelencia, no dudaron en habilitar una terraza interior para no perder ni un solo parroquiano. Tampoco dudó en habilitar una red de Wi-Fi para que nadie se quedara sin internet, ni una máquina espendedora de pipas y chaskis para que no tuvieran que ir a otro lado cuando hubiera partido. 

 

Durante estos días, están procediendo a la demolición del edificio tras un año tapiado al haber sido declarado en ruina. Todo parece indicar que no quedará ni esa mítica fachada granate que rompía con la estética de Las Calzadas, evocando a aquellos años 60, cuando Burgos comenzaba a crecer a lo largo.

 

Los peregrinos que día a día pasan por esta calle, sólo miran de reojo los trabajos de derribo que es están llevando a cabo en el número 13, inconscientes de que hasta hace tan solo un año, ese edificio albergaba dos de los bares más míticos de la ciudad. 

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