Orgullo rojillo en la noche más amarga de Miranda

Entre lágrimas y aplausos la temporada de ensueño de los mirandeses llegó a su fin

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Orgullo rojillo en la noche más amarga de Miranda
Foto: CD Mirandés
El autor esO.R.R
O.R.R
Lectura estimada: 2 min.
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El Mirandés se quedó a las puertas de hacer historia: su primer ascenso a Primera División, pero aunque el sueño de llegar a la élite tendrá que esperar, la temporada que ha firmado el equipo rojillo merece un lugar destacado en su casi centenaria historia.

Un club humilde que fue creciendo entre dificultades, saltos de categoría y apuros económicos, con grandes gestas en Copa del Rey y que este año volvió a encender la ilusión. Y aunque no se alcanzó la gloria definitiva tras perder en la prórroga en Oviedo, la llama está más viva que nunca, la afición respondió como siempre: con fidelidad inquebrantable y Miranda, con sus 36.000 habitantes, volvió a demostrar que no hace falta ser una gran capital para vivir el fútbol con pasión.

Tras rozar el ascenso, el curso no terminó con final feliz, pero sí con la sensación de que ha sido una temporada irrepetible, de que se puede competir con dignidad frente a equipos con muchos más recursos. Y si bien no se logró el ascenso, el Mirandés volvió a situarse en el mapa del fútbol español.

Lo que quedó en Miranda de Ebro fue un silencio espeso, cortado apenas por algunos cánticos ahogados y por los sollozos de quienes no pudieron contener la emoción de haber tocado con la yema de los dedos la élite. Desde primeras horas de la tarde, la ciudad entera había salido a la calle, pero la noche terminó con un sabor amargo.

Tras el pitido final pocos se movieron, muchos aficionados vieron la celebración del Oviedo en silencio, "pensando en lo cerca que ha estado", comenta una joven aficionada, mientras que buena parte del grupo con el que había ido a ver el partido a uno de los bares de la localidad lloraba en silencio, y muchos rompieron a aplaudir por el instinto de agradecer tanto esfuerzo.

"Ha sido una temporada de ensueño, ahora duele porque hemos estado muy cerca" reconoce uno de los aficionados más veteranos, que ansiaba ver a su equipo en la élite."Estaba dentro de las quinielas que esto podía pasar y al final Miranda es una ciudad que sabe perder y en agosto estaremos preparados para dar guerra", apuntaba otro aficionado rojillo.

"Han sido sentimientos encontrados, mucha ilusión pero nos lo hemos dejado ir de la manera más tonta pero orgulloso del Mirandés. Mantenemos la ilusión viva, cualquiera de los dos era merecedor del ascenso", finalizó. 

En Miranda sonó "La Morocha" como siempre, esta vez con más tristeza que alegría, como una forma de cerrar un capítulo que rozó la gloria pero acabó con el corazón encogido. También el himno del Mirandés, cantado por una afición rota pero orgullosa a que tardará en olvidar lo vivido.

El Mirandés seguirá soñando, porque soñar está en su ADN y aunque es difícil que algo así se vuelva a vivir a corto plazo en Miranda, como en tantas otras temporadas, se levantará, se reforzará, y volverá a pelear.

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