El murciano vence con autoridad a Bautista en semifinales y se medirá a Lehecka en la final, consolidando su dominio en hierba
Un anillo en una noche: Thunder y Pacers disputan el partido definitivo de una final inolvidable
Se disputan un anillo inédito para ambos en un séptimo partido que revive la emoción de 2016, con estrellas emergentes, remontadas y un espectáculo digno de la NBA
La NBA se prepara para vivir este domingo un clímax inolvidable: los Oklahoma City Thunder y los Indiana Pacers se enfrentarán en el séptimo partido de las Finales, algo que no ocurría desde el legendario Cavaliers-Warriors de 2016. Será a partir de las 19:00 (hora local) en el Paycom Center, en una noche que puede definir una era.
Estos dos equipos, lejos de ser pesos pesados por nombre o mercado, han protagonizado unas Finales que ya están grabadas en la memoria colectiva del baloncesto. Con un duelo igualado 3-3 y una montaña rusa de emociones, el campeón se decidirá en un último asalto con aroma a leyenda.
La serie tuvo de todo
Desde el canastón agónico de Tyrese Haliburton con 0.3 segundos en el primer duelo hasta la feroz exhibición de carácter de Indiana en el sexto, pasando por los 15 puntos en el clutch de Shai Gilgeous-Alexander en el cuarto partido y los 40 puntos salvajes de Jalen Williams en el quinto. Estas Finales han sido un carrusel de momentos icónicos.
Además, la atmósfera en ambos pabellones -el Gainbridge Fieldhouse de Indianápolis y el Paycom Center de Oklahoma City- ha sido eléctrica. Pero es precisamente ese último recinto el que puede inclinar la balanza. De los 19 precedentes de unas Finales decididas en un séptimo juego, 15 han sido ganados por el equipo local. Y nadie ha sido más fuerte en casa que Oklahoma este año.
El rugido de una nueva era
Con el mejor balance de la temporada regular (68-14) y un Shai Gilgeous-Alexander que ha elevado su juego al nivel MVP, los Thunder han dominado en su feudo: 35-6 en la fase regular y 10-2 en playoffs como locales.
Ya saben lo que es superar la presión de un Game 7. Lo demostraron al aplastar a los Denver Nuggets de Nikola Jokic en las semifinales del Oeste (125-93). Bajo la dirección de Mark Daigneault, Oklahoma busca su primer título en esta nueva era, aunque la franquicia ya fue campeona en 1979 como los Seattle Supersonics.
Milagros, fe y legado
Del otro lado, los Pacers siguen escribiendo una epopeya basada en milagros deportivos y una fe a prueba de todo. En una tierra donde el baloncesto es religión, Indiana nunca ha ganado un título de la NBA, aunque suma tres campeonatos en la antigua ABA.
Guiados por Rick Carlisle y pendientes del estado físico de Haliburton -que jugó a gran nivel pese a sus molestias en el gemelo derecho-, los Pacers han sorprendido una y otra vez. Nadie apostaba por ellos, pero están a solo un partido de romper todos los pronósticos.
Sea cual sea el desenlace, la NBA volverá a tener un nuevo campeón, el séptimo diferente en los últimos siete años, confirmando una era de máxima competitividad sin hegemonías desde los Warriors bicampeones de 2017 y 2018.
Este domingo no solo se define un título: se escribe un capítulo dorado del baloncesto. ¿Será el rugido del Trueno o la fe inquebrantable de Indiana la que alce el trofeo Larry O’Brien?
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