carta del director

Entre el bloqueo presupuestario y la urgencia sanitaria

Castilla y León encara una nueva semana con el eco aún vivo del fracaso presupuestario que marcó el pleno del pasado jueves. El rechazo unánime de la oposición al proyecto de Presupuestos de la Junta, materializado en una enmienda a la totalidad que anticipaba un desenlace anunciado, vuelve a situar a la Comunidad ante un escenario de prórroga presupuestaria y de parálisis política en un momento especialmente delicado.
Lo que se vota no son solo unas cuentas: es la capacidad real del Gobierno autonómico para articular un rumbo, priorizar inversiones y proyectar una estrategia de futuro.

La imagen que queda tras el pleno no es menor. Un Ejecutivo incapaz de sumar ni un solo apoyo externo envía una señal de debilidad institucional que lastra su margen de maniobra en los meses previos a un ciclo preelectoral que ya se deja sentir. Castilla y León necesita estabilidad, y la repetición de bloqueos erosiona tanto la credibilidad política como la confianza ciudadana en una gestión capaz de anticiparse a los desafíos estructurales del territorio.

Y, sin embargo, esos desafíos no esperan. En paralelo a la tormenta presupuestaria, la consejería de Sanidad ha lanzado un proyecto que apunta directamente a uno de los problemas más graves y persistentes de la Comunidad: la falta de médicos, especialmente en el ámbito rural. El nuevo plan de atracción de profesionales para las plazas de difícil cobertura nace con la promesa de garantizar que ninguna consulta quede sin facultativo. Una declaración de intenciones que, sobre el papel, responde a una demanda histórica del medio rural y a una necesidad social de primer orden.

El reto, no obstante, será demostrar que se trata de algo más que un gesto político. Para atraer médicos donde nadie quiere ir, harán falta propuestas realmente competitivas: incentivos económicos suficientes, estabilidad contractual, facilidades para la conciliación y la formación, así como una planificación que no dependa de parches coyunturales. Apostar por el mundo rural exige coherencia y recursos, no solo voluntad.

La coincidencia temporal entre el bloqueo presupuestario y el anuncio del plan sanitario dibuja con claridad la encrucijada en la que se encuentra Castilla y León. Por un lado, un proyecto político que no logra articular mayorías ni consensos básicos; por otro, una necesidad urgente que reclama justamente lo contrario: acuerdos estables, visión a medio plazo y un marco presupuestario sólido que respalde las promesas.

Sin Presupuestos, cualquier plan —por ambicioso que sea— queda expuesto a la fragilidad. El lunes que comienza invita a una reflexión profunda: la Comunidad no puede permitirse que las disputas parlamentarias eclipsen las políticas esenciales. Si la Junta quiere que Castilla y León mantenga la cohesión territorial y preserve la atención sanitaria en el mundo rural, necesitará algo que este pasado jueves no consiguió: sumar, convencer y construir.

Porque sin médicos en los consultorios y sin consensos en las Cortes, el futuro de la Comunidad queda a la intemperie. Y esa es una factura que Castilla y León no debería pagar.