
Menudo Panorama
"Rocío: contar la verdad para seguir viva"

La serie documental emitida por Telecinco el 21 de marzo con Rocío Carrasco como principal protagonista ha batido récords de audiencia y se ha convertido desde entonces en trending topic en redes sociales. Media España habla de este programa televisivo, por eso he decidido verlo a posteriori, dada mi antipatía manifiesta hacia todos los programas telebasura en los que famosos y famosillos se despellejan a cambio de dinero.
Semanas atrás pude visionar en Netflix la docuserie Nevenka, en la que mi paisana Nevenka Fernández cuenta -20 años después de sucedidos los hechos- lo ocurrido con el primer caso en el que un político español fue condenado por acoso. El entonces alcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez, del PP, tuvo que dimitir tras la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que ajustició al edil por haber acosado a su compañera de partido y Corporación. El actual relato de Nevenka, todavía consternada por la experiencia vivida, refleja el escenario de terror que tuvo que padecer y que la empujó a irse para siempre a otro país.
Existen ciertas similitudes técnicas entre ambos programas audiovisuales, incluso en la escenografía, planos, realización, etc. Ambas situaciones ocurrieron hace un par de décadas, sin embargo la primera afecta a una mujer famosa y adinerada de cuna y la segunda a una desconocida joven recién licenciada, de familia normal. Estas dos mujeres se han desnudado delante de la cámara, manifestando un profundo dolor y un evidente estado de depresión. Las dos acudieron en su día a los tribunales, en un caso se archivó el presunto acoso y en el otro hubo condena firme y consecuencias para el acusado. Rocío Carrasco ha cobrado -dicen que cerca de un millón de euros- por contar su historia cuando lo ha creído conveniente. Nevenka Fernández lo ha hecho, sin retribución alguna, porque lo ha considerado oportuno.
Antonio David Flores, el ex marido de Rocío, ha sido retratado como un diabólico maltratador, que ha conseguido incluso que los hijos comunes no se hablen con la madre. Me consta que la imagen del ex guardia civil no expresa el menor atisbo de buen chico, al contrario parece un hábil caradura profesional, con mayor éxito en las cloacas de la telebasura que en sus iniciativas empresariales, aunque eso no es delito, sí lo fue en su momento no pagar la pensión de sus hijos, por lo que fue condenado y multado. A pesar de ello, es conveniente recordar que los juicios paralelos no hacen justicia, sólo los jueces pueden dictar sentencias.
La primera parte del documental protagonizado por la hija de Rocío Jurado ha sido visto por 3,7 millones de espectadores, con una cuota de pantalla del 33,2%, una barbaridad en los tiempos que corren. El insigne Paolo Vasile se debe estar frotando las manos ante la audiencia del próximo domingo; este conocido directivo de Mediaset ha despedido de inmediato (de momento) a Antonio David Flores, tras la enorme repercusión del documental, pero durante años le ha pagado generosamente para que atizara sin piedad, entre otros, a la madre de sus hijos. Esta paradoja no tendría lugar sin la colaboración directa de los consumidores de este tipo de televisión. No me sorprendería nada ver en un futuro a Flores contando su versión en horario de máxima audiencia...
La narración del intento de suicidio, los malos tratos contados y la violencia de género descrita por Rocío Carrasco es más que probable que vuelva a los tribunales. De momento, su ex ya ha sido vapuleado y condenado públicamente, también por los intrépidos miembros de la nueva política que tenemos en este país. Irene Montero (UP), Iñigo Errejón (+M) o Rocío Monasterio (VOX) ya han sentenciado al reo, la ministra Montero incluso participando en "Sálvame". Nivelazo.
Resumiendo. Si es culpable, caíga sobre él todo el peso de la ley. Mientras tanto, sigamos creando monstruos en la televisión para ganar audiencia como sea; después, para mantener el share ayudemos a las víctimas de esos monstruos a redimirse, pagando a unos y otros para entretener a un público aspirante a jurado, ávido de los chismorreos ajenos y los egos traicionados de quienes se forran con sus propios cuentos. Y viven de los mismos.
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