Por Derecho
"Por Derecho", boletín del Colegio de Abogados de Salamanca, apareció en abril de 1991. Con mi nombre, un joven firmó su primer editorial, "De frente y por Derecho". Decía:
"De frente y por derecho, de forma clara y concisa es la mejor presentación para esta publicación, que aparece con la primavera y pretende una periodicidad bimestral.
Por derecho. Tanto en la acepción coloquial como en la técnica de defensa o garantía jurídica de los derechos de los ciudadanos considerados como justiciables o administrados.
En su acepción coloquial, porque quienes la realizamos, pretendemos una publicación que se vea venir en su línea editorial; sin grandes planteamientos, al editarse buscando su utilidad como medio de comunicación entre los que en esta provincia nos dedicamos profesionalmente al Derecho, bien desde el ejercicio libre o desde los distintos Cuerpos de la Administración.
Sin grandes planteamientos, pero con la firmeza necesaria para llevar adelante este proyecto que tiene un presente precario y un futuro incierto, en la medida que los medios para su desarrollo son escasos, y las personas necesarias, bastantes.
Sin grandes pretensiones, pero con las ideas claras, para poder decir las cosas, como se cree que deben dejarse escritas, al esperar de nuestros colaboradores una actitud crítica con la realidad del 'mundo del Derecho' que hoy no es ni el deseable ni el posible, donde pocos son los contentos, que o tienen mala fe o están desinformados, pues las alegrías desaparecen cuando alguien profesionalmente se topa con la Administración de la Justicia, el Procedimiento Administrativo, o las actuaciones profesionales de mal gusto, por no hablar de la necesidad de dar mayor operatividad del Colegio que acoge esta publicación.
Por derecho, en cuanto a nuestra ocupación profesional, el Derecho como concepto, como ejercicio de las libertades y desarrollo de intereses, el Derecho como profesión desde distintos planteamientos científicos, profesionales y humanos.
Abrimos estas páginas a todo aquel que quiera participar con sus trabajos, opiniones o informaciones, sin más límites que la veracidad y el contraste en la información, la dignidad en la expresión y la extensión del escrito.
De frente y por Derecho, porque creemos en aquello de remover los obstáculos que impiden o dificultan la libertad, porque sabemos que podemos participar en los aspectos de la vida que nos rodea. De frente y por derecho, porque, lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Y no nos conformamos".
Tres números. Poco duró la aventura. En la intimidad de algún despacho se pretendió, con ofrecimiento de retribución, su uso espurio contra un magistrado; ni lo uno ni lo otro; corrupción, amante fiel, compañera inseparable. El boletín siguió por otros derroteros, y cuando pasados los años se celebró un aniversario de la revista, aquellos números fueron desconocidos. Corrupción divino tesoro.
La corrupción no sólo es económica, no sólo es coger o recibir cantidad en forma no ajustada a derecho, a la moral o las buenas costumbres, también es, y mucho peor moral, pues supone aceptar como normal y vivir como normal aquello que no lo es. Mirar para otro lado, ponerse de perfil, y esas otras expresiones ajenas al compromiso en la vida. No olvido, empecé el ejercicio profesional en el servicio militar, y siempre tengo presente la condición humana; corrupto por la mañana, héroe por la tarde.
Algunos, días y días, semanas, meses y años, se levantan pensando donde y como dar el golpe, no suelen cambiar por la tarde, ninguna tarde. No olvido, la cosa duró cierto tiempo; un juez corrupto -sí, corrupto, quizás hoy, escribo el Sábado Santo, redimido-, favoreció como tantas otras veces a un abogado amigo; este, a modo de Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido, que, si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo , como dice el romance, supera al padre en sus formas de hacer el "torcido", y ante la reacción legal recibida, solicitud de acceso al libro de sentencias del Juzgado, 'su señoría' me acusó en una resolución judicial de la comisión de varios delitos, reservándose acciones legales contra mí.
La denuncia ante el Consejo General del Poder Judicial, como era de esperar, sin consecuencias; se interpuso demanda de conciliación al juez por calumnias contra mi persona, previa a la querella por prevaricación, y, ..., llamada telefónica del decano (d, con minúscula) del Colegio amenazándome y, otro colega a quien había comentado el asunto y puso de vuelta y media a los jueces, al día siguiente asumió la defensa de este juez.
En el "Novelty", desde 1905 en la Plaza Mayor de Salamanca, donde cada mañana entonces tomaba café, otro colega, relacionado de alguna forma en sus primeros años con el defensor del juez, vino a transmitirme un mensaje: en el Tribunal Superior de Justicia yo no tenía nada que hacer, todo el pescado estada vendido. Las llamadas desde esta tierra a los jueces del Tribunal Superior y a la asociación profesional del juez, daban sus frutos. Mindundis. Mi mano izquierda en su hombro derecho, mirada directa y voz tranquila, algo así como "ya he hecho un depósito de doce mil euros, si a mi hijo, a mi mujer o a mí, nos pasa algo raro, primero los hijos, después la esposa y, luego él"; sus ojos denotaron sorpresa y sus palabras, cuando pudo articularlas algo como "¡no te habrás atrevido!"; "comprobadlo" le dije. Pues no, no lo comprobaron, y ninguna acción, si es que con la ley en la mano pudiera haberse planteado, se ejercitó en mi contra. Lo que hace, y para lo que vale, el dinero.
Fue público y notorio; en aquellos meses percibí sutiles movimientos sobre el eje de las piernas de, salvo un compañero, muchos "colegas", quienes a pesar de mi tamaño no podían verme, pues con el giro me daban la espalda. Ese compañero, en la minúscula cafetería del Colegio de Abogados, aquel día cuando entré, no sólo me vio, también dejó a un lado las espaldas giradas y, tendiéndome la mano se puso a mi disposición. Tengo mala memoria, pero hay cosas que no olvido. Cuanto mindundi. Soy agradecido. El magistrado que me acompañó a registrar el recurso de apelación a la Audiencia Provincial de Salamanca, supo bien que yo, con mi carrera profesional, no jugaba. El recurso de apelación que había planteado salió adelante, y con condena en costas en ambas instancias. Mi esposa me instó, de esas formas que insta el capitán al marinero, para una vez dejado claro en público las formas de juego de varios "colegas" y un juez, y la verdad de mis razones jurídicas y humanas, dar puerta a esas personas. Había sufrido demasiado. Confieso.
La corrupción no sólo es económica. Me tengo, algunos me tienen por persona de cierta educación. Esto de la educación es como la corbata; tiene sus momentos. Aquel día recibí la resolución de la Audiencia Provincial de Salamanca por la que, definitivamente se me retiraba la imputación de alzamiento de bienes. Más de dieciocho meses me tuvo la señora jueza imputado. Con el papel en la mano acudí a su Juzgado y, en su despacho, mi desprecio y mis insultos fueron continuos. La insulté, y como bien le dije, no le daba una paliza, no la mataba, como casi había hecho ella conmigo, no por mí, sino por mi familia. Su incompetencia técnica, su vagancia, su indiferencia hacia las personas, su cara de no haber roto un plato en su vida, aún hoy, me la hacen repugnante, eso del lunes de aguas en Salamanca y el río Tormes, fue poco. Pero no sólo ella, que en esto de la judicatura y la abogacía hay mucha, pero que mucha tela que cortar.
Crisis del ladrillo. Una empresa constructora mantiene cerradas las oficinas en Valladolid; a través de otro cliente, preocupado su representante viene a verme, un conocido "abogado" de la plaza le ha indicado que posiblemente vaya a la cárcel por un concurso de acreedores; motivo, la administración de la empresa. Judas, en estos días de Semana Santa, fue menos falso. La pasta, siempre la pasta. Varias conversaciones, se contrata el servicio. Se me dan poderes muy amplios para negociar con unos y otros, así como para vender.
Y, aquí en Salamanca, vendo un inmueble construido en Valladolid. Desde Valladolid llegan asuntos judiciales al despacho, y entre ellos, la reclamación de treinta mil euros por un talón no atendido. La demanda la había interpuesto el fontanero que había realizado la instalación en el edificio vendido, y no se pudo atender. Pasa un tiempo, tanto que, aunque la relación comercial ya se había terminado, el pleito civil estaba vivo en otras manos, y me veo involucrado en una denuncia interpuesta en Valladolid contra el empresario por el fontanero por alzamiento de bienes.
Acudo a declarar como imputado a Valladolid, en el despacho del juez pregunto a este si me puede justificar el motivo de mi presencia ante él, y me contesta que como bien sé, pues días antes había acudido a fotocopiar los autos, el sólo sigue el mandato de la autoridad, el inefable ponente de la Audiencia Provincial de Valladolid, que por tres veces vino a indicarle al juez que se continuara con la instrucción del asunto. El fontanero, manteniendo pleito civil vivo, cambió de profesional, y la "avispada" interpuso una denuncia de arrastre, como la pesca de arrastre, se tiran las redes y veamos que sale. Por tres veces, fiscal y juez coincidieron en el archivo, en el último recurso aparezco yo, y 'su señoría' superior entiende que he de ser imputado. Y allí estoy, preguntando que pinto yo allí.
Comienzan las preguntas por parte de la abogada acusadora, me dirijo al juez y la inquiero sobre si de verdad he de responder a esas preguntas; con caras de circunstancias me dice que sí, que ya que estoy allí, si no me acojo al derecho a no declarar, que lo haga; vallisoletana estupidez con patas: si yo soy yo; si yo he firmado la escritura que dice el notario que he firmado, por el poder autorizado por el mismo notario; salmantina estupidez con patas, el abogado del empresario, si la cantidad de la venta es la que recoge la escritura.
La alumna en prácticas que me había acompañado a la declaración no salía de su asombro. De regreso a Salamanca, en la tarde de aquel día breve escrito: Estimado incompetente juez de instrucción, estimado incompetente ponente de la Audiencia Provincial de Valladolid, estimada incompetente leguleya vallisoletana, estimado incompetente leguleyo salmantino, salvo error, la Constitución Española en el apartado 3 del artículo 117 nos dice que " El ejercicio de la potestad jurisdiccional en todo tipo de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, corresponde exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinados por las leyes, según las normas de competencia y procedimiento que las mismas establezcan.", y la Ley de Enjuiciamiento Criminal dice en su artículo 8 que "la jurisdicción criminal es improrrogable " y el 15 fija la competencia del juez de instrucción del lugar donde se hubiera cometido el delito, Salamanca. Veamos, una "letrada" vallisoletana, un secretario judicial vallisoletano, un juez de instrucción vallisoletano, un fiscal vallisoletano, un "letrado" salmantino, un ponente magistrado de la Audiencia Provincial vallisoletano, ¿ninguno conoce la Constitución y esos artículos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal? Pues no, ¿por qué han de conocerlos? Sin más, los autos llegaron a Salamanca, a las manos de otra impresentable.
Solicito la práctica de unos medios de prueba muy concretos, la relación de bienes inmuebles y automóviles de "alta gama" propiedad de la empresa: cuarenta chalets, sin carga hipotecaria; diez solares distribuidos por distintas localidades, y algo así como tres automóviles, que, de segunda mano, cada uno, su precio era superior a la deuda. El colega salmantino, no había pedido la práctica de diligencia previa alguna, pues ante un alzamiento de bienes por impago de treinta mil euros cuando la empresa tenía algo así como cuatro millones de euros en viviendas, algo más de un millón de euros en solares y por encima de los cien mil en automóviles, pues vamos, que el mantener un alzamiento de bienes estaba totalmente justificado. Auténticos sinvergüenzas. El colega local, viaje va, viaje viene, factura va. Como para decir esta boca es mía. La vallisoletana, cualquiera pedía una nota registral, a ver si salían bienes y el chollo se le acababa. El salmantino fue sustituido por otro. De cajón. Del sustituido, abogado de empresa de un conocido, este me dijo que era muy bueno, pues vivía en un chalet en Valdelagua, y para eso, hay que tener dinero. En fin.
Si cupiera justificar a quienes viven de sus clientes, que no cabe, desde luego no cabe justificar a la jueza que viendo desde los primeros días los bienes sin cargas de la empresa y su valoración según las cuentas anuales, mantuvo el proceso, me mantuvo dieciocho meses con el alma en vilo, si con el alma en vilo, mi vida profesional en riesgo, pues "vesánicos" como los incompetentes técnica y procesalmente de Valladolid, también hay en Salamanca, y como a ellos no les afecta, que cada palo aguante su vela.
Y se abrió el juicio oral, y me citan para declarar como testigo, y que no voy, y que venga o le multo; y voy, y me pongo delante del micrófono, de nuevo, ¿pero es que no conocen la Constitución estos jueces y estos abogados? El párrafo segundo del apartado 2 del artículo 24 nos dice: "La ley regulará los casos en que, por razón de parentesco o de secreto profesional, no se estará obligado a declarar sobre hechos presuntamente delictivos.", y como me ampara el secreto profesional, pues no declaro. ¡Qué nivel!
Y la sentencia fue absolutoria, fundada en la actividad procesal mía, en la justificación de los bienes de la empresa, no en la actividad procesal del nuevo abogado, que no recurrió como hice yo el auto de apertura de juicio oral. Claro, si hubiera pedido como yo la práctica de diligencias el negocio se le venía abajo, si hubiera recurrido como hice yo el auto de apertura del juicio oral, este no se habría producido, y el negocio se le habría venido abajo. La vallisoletana recurrió la sentencia absolutoria en apelación, el recurso fue desestimado, y la ponente en la sentencia criticó duramente tanto la instrucción como el recurso: si yo había aportado las notas del Registro de la Propiedad con la relación de inmuebles sin cargas, los datos de los automóviles de "lujo", ¿cómo la jueza mantuvo dieciocho meses una instrucción sin sentido?, ¿cómo el nuevo abogado del empresario no recurrió el auto de apertura del juicio oral? Dijo que los Juzgados están para cosas serias. Quizás sea cierto, ...
Si, hoy mantengo, depuradas por la experiencia, las premisas del editorial de 1991, redactada en aquella Semana Santa en una playa del Algarbe portugués. Ser claro y conciso, para el cliente, para el contrario, para el juez. Planteamiento crítico con relación al mundo del Derecho. Ejercicio de libertades por nuestros clientes y el Derecho como profesión, no como medio ilícito de enriquecimiento. Veracidad, dignidad en la expresión. La creencia en la necesidad de remover los obstáculos que impiden o dificultad la libertad, sea la propia o la ajena; el saber que a pesar de unos y otros, hemos de participar en la vida que nos rodea. Y dado que, lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible, sigo sin conformarme. Por eso, a pesar de verme obligado a manejarme, como ve, como ve la punta del iceberg, en lo "torcido", siempre, siempre, con o sin miedo, de frente y por derecho.