El juramento hipócrita, que no hipocrático
Indignado. Téngase esto en cuenta. Desconozco si se apellida Pérez. Su nombre sí es H, como el héroe griego. Quizás, sea HP. Lo cierto y verdad no sólo es la anécdota, sino, como he podido saber, lo cotidiano en ese hombre. Cobra como médico en el Hospital Clínico de Salamanca. Debió al iniciarse en su actividad económica realizar, con total reserva mental, el "juramento hipocrático", ese relativo a la ética y deontología de la práctica médica. No la habrá olvidado, la reserva mental, la intención real al pronunciar entonces sus palabras, si la hubo, le permiten eludir sus obligaciones hoy. Hoy, en los primeros días de abril de 2025.
Estimado lector, le propongo un juego. Es un juego relacionado con el Derecho. Sobre los hechos en los que H. participó, con independencia de la legislación vigente, primero, deberá legislar; después en la piel de un abogado defender las diversas posiciones posibles, para, junto a esa señora del paño en los ojos, la espada y la balanza en sus manos, en busca de la utopía, dictar sentencia.
Fusilar al amanecer no es una opción; eso de los Derechos Humanos lo impide. Así que no busque salidas fáciles; piense en los hechos y en sus consecuencias; en qué legisla, en como defiende y en cómo juzga. Y no me sea "cuñao".
El Hospital Clínico de Salamanca, es un edificio proyectado a principios de siglo e inaugurado en la pandemia. Junto a este edificio, en el Paseo de San Vicente, el complejo lo componen el Virgen de la Vega y el antiguo materno-infantil. En este último, hoy dedicado en exclusiva a consultas y sin servicio de urgencias se produjeron los hechos.
Consultas del servicio de un aparato corporal concreto; sala espera, zona de auxiliares, consulta de enfermería, consultas médicas. Sala de espera abarrotada de pacientes. Los médicos pasando consulta. Y en esto, en la sala de espera, va un buen hombre y comienza a sentirse indispuesto, y que no se le pasa, y que ..., y que ¡un médico, un médico! Ningún médico sale de su consulta. Una enfermera, le observa, le habla, le pasa la mano por delante de los ojos y no la sigue; puede ser un infarto; se precisa una camilla; se precisa atención de urgencia. La impaciencia y el desasosiego se apodera de quienes están en la sala de espera. Hay ruido, mucho, tumultuoso. Ningún médico sale de su consulta. Se le hace un electro, se le toma, es un decir, la tensión que apenas si tenía; las auxiliares. Las camillas están en las consultas médicas, la enfermera llama, entra y solicita la atención del "profesional" y la camilla, ambas para el señor.
Quien juró por Hipócrates sale a la sala, mira y entiende ajena a su obligación atender "al acompañante" de un paciente y solicitar una ambulancia para su traslado. El traslado en ambulancia ha de ser solicitado por un "facultativo" según reza el protocolo al efecto. Quien juró, quiere que le enseñen ese protocolo para leerlo y actuar en consecuencia. El hombre va a peor, y va pasando el tiempo. Y H. exigiendo se le presente el protocolo que debe conocer. Los ánimos se calientan y el ruido aumenta. El "facultativo" con nombre de héroe griego se va a su consulta. Personas en la sala de espera se ofrecen para llamar a una ambulancia, una auxiliar telefonea al 112 que remite al 061, quienes preguntan qué médico de solicita el servicio. En este interín, el ruido hizo salir, sólo hizo salir a uno de los otros médicos de las consultas, quien observando al hombre yacente se hizo cargo de la solicitud de ambulancia y atendió a quien parecía se despedía de este mundo.
La ambulancia llegó rauda y veloz, en urgencias se atendió a quien era paciente y no acompañante. Se descartó el infarto. El hombre decidió seguir penando. "Jodio" está. Comprobado.
Se publicita mucho las agresiones verbales y físicas a personal sanitario; hasta se les considera autoridad para castigar a quien ose tales hechos, ¡atentado a la autoridad! Pero no se sabe que a esa autoridad le corresponda un castigo concreto por presunta "prevaricación sanitaria".
Sobre estos hechos, sobre lo que usted habría hecho o dicho si el paciente finalmente atendido fuera su padre, hermano o hijo, su madre, hermana o hija, sobre sus consecuencias le pido juegue a legislar.
Para ello, como punto de partida le ofrezco una pequeña ayuda; tenga en cuenta, la actitud de los médicos a cuyas puertas y a gritos se pide un médico y no salen de su consulta; la del "facultativo" hipócrita. Hechos, los descritos y similares; supuesto de hecho, la falta de atención médica en un hospital a quien parece querer jugar una partida de algo con San Pedro; consecuencias jurídicas, como se dijo antes, salvo fusilar al amanecer y, como se dice ahora, torturar, ¿que fijaría usted?, cárcel, inhabilitación profesional, indemnización, etc. Pero piense; el "facultativo" también puede ser su padre, su madre, su hermano, su hermana, su hijo o su hija. Esto se va enredando, ¿verdad?
También ha de legislar con relación a familiares, amigos y presentes en la sala de espera. Piense en la situación, piense en los ánimos. Y que nuestro héroe griego hubiera recibido alguna que otra palmada cariñosa en sus mejillas, o un leve rodillazo en sus partes pudendas, o lanzado por la ventana, amén de algún que otro epíteto más o menos grosero. Nuestro héroe y aquellos que no salieron. ¿Enajenación? ¿Tumulto? Su padre, su madre, su hermano, su hermana, su hijo o su hija. Sigue el enredo.
Ahora le toca ser el abogado del facultativo o, atendiendo a la agresión sufrida, pues desde la ventana al suelo pocas oportunidades tendría, de su familia; ¿por qué asume el caso?; ¡cuidado!
Y si le toca ser el abogado del señor o de su familia si se hubiera quedado impedido o muerto; ¿por qué asume el caso?; ¡cuidado! Y si fuera el abogado de algunos de los allí presentes, el de las palmaditas cariñosas o el vuelo sin motor, que fuera, ahora finamente dicho investigado, imputado de toda la vida, ¿por qué asume el caso?
Tenga en cuenta, amable lector, la responsabilidad civil y penal de sus actos como abogado de cualquiera de sus hipotéticos clientes. ¡Cuidado!
Y por fin, ahora le toca ser juez. Como habrá pensado y repensado las circunstancias, valorado los pros y los contras, seguro, seguro, que lo tiene todo muy claro.
El juego termina. Volvemos a la realidad. H. nuestro héroe griego, me dicen, contrasto opiniones, pido explicaciones concretas, es así. Sus compañeros, quienes en el tumulto no salieron, son así. La médico que salió y se hizo cargo, me dicen, ya ha vivido algo parecido.
Indignante. Indignado. Por favor, no me lo tome en cuenta.